¿Macrobotellón? ¡No. Gracias!

“Bien está lo que bien acaba” comentaba la Abuela Fé – mi abuela- cuando la cosa parecían no tener arreglo, ni posibilidad de cambiar o impedir su celebración. Una vez pasado el evento, friamente, valoraba los daños colaterales y sentenciaba, si las cosas no se han desmadrado más de la cuenta: “bien está…lo que bien acaba”.
Con motivo del “macrobotellón nacional” convocado por internet, al más puro estilo Grand Prix de Ramonchu Garcia, el problema no es tanto el después, que ojalá acabe sin enfrentamientos, desordenes públicos, altercados y sin comas etílicos irreversibles, cuanto el antes y el durante.
Tanto se ha calentado la convocatoria que nos encontramos antes el primer “Botellón con Causa”, algo muy habitual en el marketing de las grandes compañías y en especial de tabacos y alcoholes en su época dorada, pero inusual a la hora de convocar manifestaciones callejeras en defensa del consumo alcohólico en plena vía pública.
Aquí la causa del 17-M parece justificarse en la rebeldía de los jóvenes, según algunos psicólogos y sociólogos, por conseguir superar los 5.000 muchachotes ebrios de Sevilla; o por el contrario según los más reaccionarios en el libertinaje propio de quiénes no son capaces de valorar los daños colaterales que el Macrobotellón en cuestión puede llegar a producir.
A los unos y a los otros –com.permisomacrobotellón de entrada no, gracias, aunque moleste. Porque más vale prevenir…

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