El catedrático de Educación para la Salud de la Universidad Complutense de Madrid asegura que se ha cometido un error de comunicación que ha creado confusión en torno a este problema. Preguntado por Constantino Mediavilla, presidente editor de Madridiario, sobre las declaraciones del presidente del Gobierno, en las que aseguraba que “ni un solo ciudadano español al que un médico prescriba un medicamento dejará de tener acceso a este medicamento”, Sánchez Martos opina: “Esas palabras demuestran que ha habido una falta de estrategia de comunicación eficaz en los días anteriores”. “Me alegro de escuchar esto porque lleva las aguas a su cauce”, añade, ya que “este río se había desbordado un poquito”.
A su juicio, lo más grave del ‘caso de la hepatitis C’ es que “se ha politizado al paciente, no a la enfermedad”. “Está bien que nos digan lo que cuesta curar una enfermedad, pero a un enfermo no”, añade. Además, cree que es fundamental hablar de cuánto cuesta fabricar un medicamento en relación con lo que cuesta en cada país y dejar de “utilizar a los pacientes”. “Fabricar este medicamento cuesta entre 17 y 20 euros, pero ¿cuánto cuesta en Békgica, o en Hungría, o en España?”, se pregunta.
“Quiero unos políticos valientes que se sienten con el presidente de la industria farmacéutica y le digan: ‘Hasta aquí hemos llegado’. No los españoles, sino los de la Unión Europea, que para algo estamos en Europa”, asegura. “Si mañana tenemos la vacuna contra el ébola, y cuesta, por ejemplo, 3.000 euros, ¿de qué nos sirve si esos 3.000 euros no los puede pagar la gente que está muriendo de ébola todos los días?”, se cuestiona, y añade: “Si usted es accionista de la Seguridad Social, ya lo está pagando pero por favor, que un paciente no deje de tomar un tratamiento eficaz si realmente lo necesita”.
A su juicio, son los gestores a quienes les corresponde gestionar, teniendo en cuenta que “un enfermo no es igual que otro“. “Una persona que tenga los anticuerpos positivos contra el virus C no tiene por qué desarrollar la enfermedad, e incluso entre las personas que lo hacen esta desaparece de forma espontánea. Tampoco tendrán todos cirrosis ni llegarán a tener cáncer de hígado”, asegura. Por eso, añade, la receta es clara: “Valoremos cada caso de forma específica y demos libertad a quien tenemos que dársela, que es al médico”, dice, “y este no puede encontrarse luego con una lista de medicamentos que no puede recetar, como está ocurriendo, dependiendo del partido que gobierne”, concluye.
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