El nuevo «swing» de Pablo

Pablo Pérez de Villaamil me insistía hace algunos años en la importancia de levantar la bola a las nubes para que el golpe de aproch parara en green y rodara a bandera: «Abre la cara del palo y levántala al cielo, luego solo espera que el green la reciba y la acerque al hoyo, Constan, ese es el secreto».
Mi pelea con el sand y su pelea con la vida se cruzaron casi sin darnos cuenta. Paradojas del destino, ahora que he aprendido a hacer globos al cielo, Pablo -seguro- que encontrará -y espero me guardará- algunas de esas bolas perdidas que él siempre marcaba y encontraba con la facilidad del “zorro astuto” que ha pateado mil campos de Golf.
Generoso y de gran corazón, Pablo fue el primer Director de éste periódico. Elperiodigolf.com formó parte de uno de sus últimos proyectos de ilusión hasta que generosamente se apartó para verlo navegar desde la otra orilla. No, Pablo no era periodista -ni falta que le hacía- pero había mamado el golf desde siempre. Conocía a todos los jugadores amateurs y profesionales –que le respetaban- sabía organizar torneos con profesionalidad pero dándoles un toque de cariño personal para con los participantes y organizadores. Involucraba si hacía falta a toda su familia, hermanas, cuñados, para ahorrar en costes y mejorar en atención personal. Tenía eso sí un punto de genialidad aderezado con un punto de “cabeza loca”. Era así, y así le aceptaban sus incondicionales.
Cuando la enfermedad llegó en forma de certero golpe de Drive le acertó en el centro de la calle de su “delgado cuerpecillo”. Todos quisimos creer que el segundo golpe lo pararían su equipo médico y las propias ganas de vivir de Pablo. ¡Y así fue! Todavía tuvo tiempo de tirar muchos cestos de bolas a la vida, más lentas, menos rectas, y más dispersas. Algunas equivocadas, pero seguro que todas con un objetivo claro, el bienestar se su familia y en especial de su esposa y sus hijas. Ahora Pablo tiene que ensayar un nuevo swing desde lo más alto. A buen seguro estará pensando que al cielo le faltan hoyos y banderas. No descarto que en su primera conversación con San Pedro ya le haya vendido un equipamiento completo con polos y bolsas azules y blancas para no desentonar con tan celestial paisaje.
Y es que Pablo no ha parado nunca de maquinar. Muchas de las cosas que soñaba, la copa por equipos autonómicos -de cuyo nombre no quiero acordarme- o la futura “liga profesional de Golf” serán realidad no tardando mucho. Los visionarios son así. Lástima que el cáncer no entienda de Golf porqué a nada que le hubiera gustado Pablo le habría convencido de que aún era pronto para abandonar ésta vida.
Desde éste tú periódico y con todo nuestro cariño descansa en paz Pablo, aunque conociéndote seguro que no dejes de enredar y acabarás llevándote la Ryder al cielo. Ya nos contarás…

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