No cabe duda que al igual que Ana Mato sonó para encabezar la ”imposible” gestora que desalojaría a Aguirre del PP madrileño, ahora Mariano Rajoy le haya encargado que tutele el aterrizaje de Rodrigo Rato en Caja Madrid, mediante contactos discretos que inviten a Miguel Blesa a marcharse antes de Enero. Posiblemente Rajoy acierte -¿o no?-, pero encaja en su estilo político dadas las complicadas relaciones entre Aguirre, Gallardón y él mismo.
Cierto que Madrid tiene tantas aristas, que esta semana el nombre clave será Francisco Granados, Secretario General del PP madrileño, que convocará el llamado “pacto de estabilidad” de Caja Madrid en el que no estarán ni Mato, ni Rato, pero al que acudirán el PSM, IU, la UGT y al menos la Federación bancaria de CCOO, sino el máximo representante del sindicato madrileño Javier López -que todo es posible- y así esta misma semana, sin esperar hasta el 15 de noviembre cuando la juez Inmaculada Vacas se pronuncie sobre las alegaciones de CCOO, López y Gallardón retiren los recursos judiciales que paralizan las elecciones de la Caja. De la retirada del recurso del Ayuntamiento de Barcelona tendría que encargarse Tomás Gómez, se supone.
Rajoy estará atento a los movimientos de Granados o en su caso de la mediadora Mato, porque quien cerró el primer pacto de estabilidad -con su rúbrica- fue precisamente él y ahora piensa reeditarlo cambiando el nombre de Ignacio González por el de Rodrigo Rato y sin mover una coma. Cambiar para que todo siga igual, esto es, que el reparto previo de cargos y poderes aceptado por todas las fuerzas políticas y sociales madrileñas se consolide para que Rato solo tenga que asumirlo como propio.
El PSM e IU tendrían un vicepresidente cada uno. La UGT y CCOO estarían en los órganos de decisión al más alto nivel representados por sus pesos pesados, y los nombres propuestos por Gallardón se respetarían. La “moviola de Granados” servirá así para apuntalar a Rato, porque sí y solo sí eso es así, habrá acuerdo y paz social en Caja Madrid a corto plazo, aunque en Génova o en Ferraz no acabe de gustar el protagonismo autonómico madrileño.
¿Y por qué no sigue Miguel Blesa y saca adelante el proyecto original de Génova de construir en torno a Caja Madrid un eje vertebral económico-político fusionándose con las Cajas valencianas y gallegas?, porque se ha negociado mal la crisis y los tiempos se han hecho añicos. Camps afirma que cualquier decisión sobre el futuro de las cajas ha de tomarse siempre en el ámbito autonómico. Y en Galicia a Feijóo no le duelen prendas al afirmar que no va a permitir que Caixa Galicia se fusione con Caja Madrid.
Y es que Feijóo y Camps saben que al Banco de España sí le gustan las fusiones entre cajas de ahorro de distintas comunidades autónomas y que Rato tiene línea directa con el mismísimo Gobernador Miguel Ángel Fernández Ordóñez, que por cierto sigue sin ser del PP, ni se le espera.