Lo primero que se nota al pisar la moqueta de la IGTM es plena actividad. Todo vale para captar la atención de touroperadores, agencias, hoteles…
Desde una esquina el flamante nuevo presidente de los Estados Unidos, Barak Obama, que lo será en enero, vende un destino que paradójicamente no es Estados Unidos. Obama se hace presente en un gran cartel como reclamo de Kenya: destino de golf. ¡Un acierto! Más moqueta. Paramos en Argentina. El cubo anunciador y reclamo incluye desde Evita Perón a Maradona, pasando por Fangio.
Más actividad. Estamos ante la gran cita de los adentros del golf. Aquí se cuece todo lo necesario para que los jugadores de todo el mundo puedan salir a practicar su deporte favorito en las mejores condiciones, en los mejores campos, en los más idílicos parajes inimaginables, en definitiva, esto huele a negocio.
El negocio del golf en estado puro mueve anualmente centenares de miles de millones de euros. Así se explica que más de 1.300 congresistas con sus respectivas habitaciones de hotel, comidas, transportes y Green fees incluidos, pongan patas arriba una ciudad como Marbella, consolidándola como un destino de golf en sí misma.
Al todo vale, todos contentos. La temperatura ideal, 20 grados, y el ambiente acogedor, aunque de trabajo, permiten a los ingleses, finlandeses y hasta chinos, es decir, a todo el mundo, sentirse como en casa, aunque, paradójicamente lo que se pretenda es conseguir sacar a la gente de sus destinos habituales para llevarlos a los propios.
Un hervidero de golf y negocio que ratifica la importancia de un deporte en alza incluso en plena crisis. Aunque la crisis se nota, y mucho según todos los participantes en la Feria.