No me gusta la guerra de los parquímetros. No me gusta el ordeno y mando. Tengo que reconocer que los parquímetros funcionan en la almendra central de las grandes ciudades, y no solo en Madrid, sino en todo el mundo. Los defendí en su día y en esa línea de defender los colores azul y verde me posiciono. Pero albergo dudas, sin embargo, de la forma en que se hace extensivo a la periferia.
Pedro Calvo, el responsable de movilidad de esta ciudad, debe explicar mejor la puesta en marcha de esta medida, mucho más allá de conceder un periodo de carencia o “vista gorda”. El ejemplo de “La Paz” es solo la excepción que puede confirmar una regla mal nacida y que en su caso obliga a ‘matizar’ con los vecinos de Carabanchel o Fuencarral, bajando al barrio, que no al barro.
Ojo, no es lícito destruir parquímetros de forma violenta y anónima, ni papeleras por muy enfadado que uno esté con la limpieza de una ciudad. Pero tampoco lo es transmitir la sensación de hacer algo solo con afan recaudatorio. Y si esa sensación ha calado es porque la medida no se ha consensuado y/o explicado con claridad. Les invito a endulzar la negociación que viene entre munícipes y vecinos con un ejemplo de la decisión tomada en EEUU con este tema…pasen y vean…parquímetros de caramelo.