Casa Salvador

Pepe Blázquez tenía apenas trece años cuando empezó a trabajar en la taberna de su tío Salvador, en la calle Barbieri 12. Pepe tiene hoy los años justos para peinar canas y ser uno de los magos de los fogones clásicos de Madrid.
Pasando el tiempo la taberna se convirtió en restaurante y así han transcurrido setenta años en un sitio singular donde se reunía la peña taurina Joselito y Juan, (en recuerdo de aquellos dos monstruos de la tauromaquia José Gómez Ortega “El Gallo” y Juan Belmonte, enemigos irreconciliables en el ruedo pero íntimos en la vida corriente, tanto que viajaban juntos en el tren pero luego se bajaban cada uno por una puerta para que los aficionados siguieran pensando que entre los dos había rivalidad). Juan y José eran las dos Españas antes de que llegara el Madrid o el Barça.
En este restaurante de Chueca tenía mesa reservada Rafael de León, (aquel que pintó la vida en cuatro coplas), y Luis Miguel Dominguín cuando Ava Gadner era llamada “el animal más hermoso del mundo”. El sitio está decorado con fotos antiguas de toreros y con estampas de una ciudad en blanco y negro que iba a la plaza en un tranvía asmático que recorría la calle Alcalá.
Pepe ha sabido aguantar las ofertas para traspasar el local, ha desoído cantos de sirenas que le podrían haber hecho millonario, y a pesar de que no todos los tiempos fueron felices, ha aguantado el tipo para mayor gloria de la cocina típicamente española. No hay mejor rabo de toro ni mejor merluza frita.
El secreto puede ser la humildad de este hombre que nunca ha dejado de ser el simpático chaval que su tío mandaba a los recados cuando en Chicote, a escasos metros, se cocía la crema de la intelectualidad (tal y como nos enseñó la letra del chotis). Cuando las marquesas tenían vida privada y por el vecino hotel Mónaco pasaban chicas de buen vivir y mejor folgar. Un Madrid de los placeres que chocaba con la vida piadosa que imponía el régimen.
Será hasta que Pepe Blázquez y su fiel Petro se jubilen. Ellos saben cuándo, según su biografo particular Rafael Martínez Simancas. Pasen y vean…

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