La edición de este miércoles del programa Com.Permiso, presentado por Nieves Herrero y Constantino Mediavilla, presidente y editor de Madridiario, invitó a compartir tertulia a los Cronistas de la Villa Antonio Castro y Pedro Montoliú . En la emisora madrileña, debatieron sobre los temas de cultura más acuciantes de la Comunidad frente a los micrófonos de Onda Madrid.
Arrancó el coloquio con la celebración del año galdosiano. En este aspecto Pedro Montoliú, miembro permanente del Instituto de Estudios Madrileños, admitió el éxito arrollador de este proyecto: “Tenemos 12 conferencias los martes y la gente se está quedando fuera porque no hay espacio”. Popularidad que se ha puesto de manifiesto desde el primer día, el 4 de enero cuando se hizo un homenaje al novelista. Asimismo, criticó que algunas instituciones habían planeado los eventos “deprisa y corriendo” y no han grabado los homenajes. “Se lo va a llevar el aire” lamentó el cronista.
Para Antonio Castro, por su parte, Madrid se puede concebir sin Benito Pérez Galdós, pero no se puede concebir al escritor sin Madrid. Sin embargo, hizo un “llamamiento” a las autoridades para recordar que el año 2021 es el centenario de Emilia Pardo Bazán, uno de los referentes de las letras de nuestro país. “Que no se acuerden el 30 de diciembre”, recalcó Castro, “que no fue Galdós respecto a Madrid, pero es una personalidad que también hay que tener en cuenta”.
Este año celebra también su centenario el Teatro de la Latina, cuyos pasillos recorrieron las grandes vedetes de la época, las coristas o los mejores cómicos. “Fue un cine hasta que en 1947 se recuperó para el teatro con la revista ‘La blanca doble’”, aclaró Antonio Castro, que ha escrito un libro recordando los 100 años del salón.
En conjunto, un teatro que se construyó en una barriada popular y que socializó el arte. “Hubo una temporada en la que los grandes del teatro actuaron en lo que entonces se llamaban ‘barrios bajos’”, contó el cronista de Madrid.
Para pasar a otro de los importantes bloques culturales de Madrid, Mediavilla recordó el estado en el que se encuentra el Templo de Debod y las diversas opiniones para proteger el edificio. Antonio Castro comentó que es necesario construir una cubierta para protegerlo de la humedad de Madrid, siempre teniendo en cuenta el entorno en el que se encuentra.
Por su parte, Pedro Montoliú recordó que no solo hay que protegerlo del tiempo, sino también del vandalismo y de las malas acciones de los ciudadanos: “Tenemos la suerte de haber sido los receptores de este monumento. Viajamos a Egipto a ver templos similares y no cuidamos lo que tenemos en casa”.
El problema, según Castro, es que cuando en Madrid se intenta hacer algo moderno salen ‘churros’: “Como en el monumento a las víctimas del 11-M”. Pedro Montoliú, añadió además que es un monumento que nadie visita, según le han comentado algunos trabajadores. “Nadie entra normalmente, solamente cuando llega el 11-M. No hace justicia al valor de las víctimas y pasa desapercibido”, señaló el madrileño.
La entrevista terminó comentando el origen de la tradición del entierro de la sardina. Pedro Montoliú relató que, en la época de Carlos III, un noble trajo a Madrid varias carretas de sardinas que se echaron a perder y que los madrileños enterraron. Por ello, en 1942 un grupo de comerciantes del rastro decidió retomar la tradición.
Sin embargo, Castro contó que otra versión, corroborada por documentos de la época, habla de unos cerdos que enfermaron de peste: “La sardina era un trozo de panceta que comían los jornaleros con un mendrugo de pan”. De esta forma, especificó que “enterrar a aquellos cerdos supuso enterrar miles de sardinas (el beicon o panceta)”, añadió Castro.