Moncloa bien vale un beso, como Paris una buena misa. «El beso de la Moncloa» no ha sido ejecutado por estar en precampaña – que también- sino por la «noble» magnitud de una obra cuyos números son realmente espectaculares y cuyo servicio redundará de forma directa en beneficio de los madrileños usuarios del transporte público. Además los madrileños hemos aprendido a valorar y agradecer el final de unas obras que se han hecho largas, pese a terminarse en plazo, quizá por ese síndrome del túnel perpetuo que afecta a los capitalinos. Del intercambiador me gusta hasta el color naranja y
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